miércoles, 24 de septiembre de 2008

Monstruos cotiadianos

¿Se puede hacer un cine poético sin personajes que reciten a Girondo o vuelen por la ciudad como mariposas? Esa pregunta me hice al salir de la sala, después de ver “ La mujer sin cabeza”.

La interrogación resultó contestada inmediatamente: Lucrecia Martel me demostró que el verdadero lirismo en el séptimo arte, reside en la capacidad de sugerir, proponiéndole al espectador sólo un mínimo de datos.

En “ La mujer sin cabeza”, tenemos una protagonista, “ La Vero”, interpretada por María Onetto, que sospecha haber matado a una persona en un accidente automovilístico. Las dudas, el temor, la confusión y la imposibilidad de verbalizar la tragedia, la consumen cotidianamente.

Nada se transparenta durante el desarrollo de la película, tenemos frases aisladas, insignificantes, y personajes secundarios que insisten en aparecer como “ el lava autos” “ el changuila y “ la candito”. Los nombres tampoco logran tornarse visibles en la película de Martel, todo gira en una constante dialéctica que encubre y descubre al mismo tiempo.

El universo “ marteliano”, retorna en “La mujer sin cabeza”, con personajes postrados en la cama, cautivos del tedio, las habituales referencias a la ambigüedad sexual, la división de clases sociales, y las referencias religiosas. Al igual que la literatura de Córtazar, lo fantástico visita lo rutiniario y lo vulgar.

El cine de Lucrecia Martel está hecho de recortes, de palabras inocentes alimentadas por una gran culpabilidad y con la amenaza kafkiana de amanecer ante lo imprevisible.


1 comentario:

Anónimo dijo...

genial comentario!!!!
veo que fuiste al cine yo lohare la semana entrante

abrazo y siga asi...,