Dans la porte des bâtiments personne n'attend à à personne la face que je ne connais pas présente le soleil seulement.
Si nous pleuvoir aujourd'hui nous serons dans le lit de trois places.
Il y a un jour tu as utilisé le mot non viable et il l'a détruit peu habitable de ma langue.
Vociférons : être le fils moins indiqué lire le facundo en pointe demander aumône en plus-que-parfait aux ennemis une berceuse.
L'intimité avec la cafetière à un côté, le tourne-disque reporté par une bière il couronne, les trains électriques passent par air percevoir le mois passé.
Projets : faire une natation en hiver coudre des livres infantiles, skier entre des fauteuils de ciné-club, faire don du fourneau grand-- auteur.
Disciplinons les horloges à prix de coût j'appelle flammes disque astérisque avec le petit doigt rasé.
"Derrumbe", Daniel Guebel vuelve a poner el foco sobre la vida matrimonial. Su última novela, "Ella", publicada por Mondadori, relata una historia, donde el amor, la pareja y la supuesta armonia familiar, comienzan lentamente a desestablizarse.
La novela se inicia con la cotidianeidad de la vida en un country ¿Qué te resultó atractivo narrar de todo ese mundo?
Primero me interesó escribir libremente sobre un mundo de encierro y concentración, construido bajo los requisitos del confort y la calidad de vida: poner bajo la lupa a una serie de personas que buscan la seguridad a todo precio y que ven su vida perturbada precisamente por esa exigencia que los enloquece. Un country es, en algún sentido, un espacio dondelos conejos se ponen por propia voluntadbajo la luz del cazador, encuentran su propio corralito para ser detectados fácilmente. Desde luego, no tenía gran preocupación por escribir una novela “realista”, sobre los temores de la clase media-alta contemporánea, sino más bien utilizar esos efectos para enrarecer la historia.
En “Ella” parecen convivir distintos géneros, el tono de la novela se desplaza entre lo costumbrista y lo fantástico ¿Cómo trabajaste esa rotación?
Omitamos lo realista, lo psicológico y la fábula oriental. No pienso el procedimiento como una rotación sino como una deriva. A llega a, digamos, Z, pero de Z no se vuelve a A, se pierde en el infinito de lo posible o de su interrupción. La convivencia, con suerte, agita al lector. ¿Qué valor tendría escribir un libro sin rarezas?
Hace poco leí que habías escrito una novela “conservadora”…¿ En qué lo percibiste?
Era una broma que quedó como título de la nota. Pero sí es cierto que de la lectura del libro puede desprenderse como conclusión que, por muy insatisfactorio que sea, el matrimonio es preferible a la separación.Al menos si quienes se separan son personas parecidas a mis personajes. Claro que para eso hay que parecerse a ellos, cosa que no recomiendo.
En ese sentido, entonces, puede pensarse como un libro en defensa de esa institución, visto el destino de los personajes fuera de esta.
¿No resulta paradójico el título “Ella”, donde lo predominante parecieran ser “Ellos”?
Ella es el motor inmóvil alrededor del cuál giran los ellos de la novela.
Y no es que Sarmiento resuelva sin más esta propuesta: el tironeo entre el romántico de 1840 y el positivista del '80, entre el despilfarro y las estadísticas, entre el Sturmer sanjuanino y el futuro estadista, será una tensión que recorra la totalidad de su viaje norteamericano. Es lo que va de sus museulosas tiradas a lo Whitman a su prolijo Diario de gastos: "Hotel en Buffalo, 75 eentavos"; "Vapor hasta Albani, 1 dólar"; "Limpieza de botas, 0,60", "Un pañuelo, 1 dólar". Su ascética contabilidad, se altera apenas con los repetidos "cigarros y frutas", como si su boca, excéntrica, renegara de su aprendizaje de austeridad. Módico consumidor inaugural que también trata de traducir sus deseos más cotidianos en números; y que al encolumnarlos aplicadamente se manifiesta no sólo como un inmediato consumidor, sino como solapado plagiario. (David Viñas. De Sarmiento a Dios)
Fogwill fue el gran entrecomillador de la literatura argentina contemporánea. Entrecomillaba usos, formas de decir, lugares comunes y creencias como quien crucifica una libélula con alfileres contra una plancha de corcho. Las comillas le permitían detectar, encuadrar y exhibir el blanco predilecto de sus cacerías: todo cristal de consenso
Si Imágenes afganas contara una novela, sería una de esas descendientes de Beckett: una novela inmovilista, donde la acción es incapaz de realizarse, los personajes están mal vestidos y necesitan inmediatamente un par de sesiones terapéuticas.
Imágenes afganas es uno de esos libros que transcurren en la cárcel. En una cárcel espiritual, si es posible hablar de espíritu, mental o cárcel ideológica. La dinámica de los poemas(o su falta de dinámica) es esa: la de una voz que los enuncia desde el interiorde su departamento.
Y si no hay acción quedan una serie de rituales, hechos repetidos, fotografías del estrecho espacio que marcan las cuatros paredes. Lo que la voz enuncia es su de departamento de estudiante humanista: los libros, la guitarra, las citas sueltas que acuden a su mente, la mitología del estudiante de izquierda hecha carne.
La mirada es política, nunca es inocente, está siempre atenta a la guerra del mundo. Como cuando dice que “el dólar se cotiza en pizarras militares”. Eso es ver guerra en el mundo. O como cuando dice: “Compartimos un alplaxantes de la rendición”.
Por eso también es un libro de guerra, pero que no habla de la guerra; sino de lo que la guerra deja detrás de él, de las consecuencias biológicas de la batalla.
La historia del protagonista o de la voz de Imágenes afganas es la del que prefiere no hacerlo. No hacer nada. Prefiere mirar la guitarra contra la pared y escuchar los interminables monólogos de su novia. Prefiere dejar que el pensamiento suplante a la acción, prefiere no salir. Afuera está la gente. Los mutantes de la guerra.
Por eso es primo de lospersonajes de Gambarotta, sobre todo del personaje de Pseudo, un desplazado político que se sumerge en las bañeras y mira sus pelotas flotar y hace té y piensa en la comunidad china, en los nombres y sobrenombres chinos. El que no necesita ir a trabajar y se pasea en calzoncillos por una casa llena de ceniceros.
Y el que habla en estos poemas, también es un universitario que cada tanto tiene que meter a Platón y a una compilación de colonias en el mismo estante o decir cosas como: “ Si David Linch pudiera sería montonero”. Mira una película mala y piensa eso es la realidad: una mala película doblada al castellano, con los restos de los ochenta colgados como banderines de la pared.
En este sentido, es más importante la mirada que el mensaje de los poemas. La mirada como un rifle.
Son poemas políticos, pero no políticos para levantar minitas, como los poemas de Gelman. Depositan la fuerza en el procedimiento, en la destrucción de la música y en las descripciones con metáforas gronchas de las glorias de una revolución, que nunca, nunca, nunca va a alcanzarse.
Luciano Lamberti ( texto leído durante la presentación del libro)