martes, 12 de agosto de 2008

El después


Estoy tirado sobre mi cama y en silencio. A dos metros de mi cuerpo desnudo, una mujer, se viste lentamente y me observa, como si estudiará la reacción de mi lenguaje corporal . No me detengo en su mirada, y continuo en una pose casi autista. Empiezo a tarararear una melodía de una canción, y mis sonidos se asemejan cada vez más, a un balbuceo insignificante. Ella comienza a perturbarse y se viste con pronunciada velocidad. Intenta decirme algo; pero intuye que el clima no es el propicio.
Muevo mis manos de un lado a otro, procurando recuperar cierta energía. Me siento un tanto cansado y experimento una calma perpetua.