“Los amigos soviéticos”, última novela de Juan Terranova, narra la amistad entre un porteño y dos inmigrantes rusos en pleno año 2008, con la ciudad de Buenos Aires como telón fondo. Personajes deambulando por las calles porteñas y atravesados por viejas y nuevas marcas de la época: la revolución, el comunismo, vhs, locutorios, wikipedia y youtube .
El autor de “ El caníbal” nos comenta sobre su reciente novela, que reaviva el debate entre literatura y política .
¿Cómo surge el proyecto de “Los amigos soviéticos?
Yo quería escribir algo sobre el barrio de Congreso y un día estábamos en la terraza de un amigo que es ruso, pero no se llama Volodia, se llama Iván, y entonces probamos un rifle de aire comprimido que tiene. No es tan bueno como el que describo en el libro, pero está bastante bien. Y ahí se me ocurrió la idea de la novela. Hace poco vi un rifle como el que describo en el libro. Lo vendían en una casa de camping de la calle Paraná. Quizás lo compre. Mi mujer me prohibió armas de cualquier tipo, incluidos cuchillos, pero eso solamente hace que tenga muchas más ganas de tenerlo.
En la novela hay una fuerte presencia de la ciudad, operando como un personaje más en el relato ¿Qué relación estableces entre Buenos Aires y tu escritura?
Bueno, intento que mis libros sean honestos con la ciudad. Me interesa mucho narrarla, descubrirla. Pero no en un sentido exotista. No me gustan los lugares raros o los que me resultan ajenos, básicamente porque si uno se pone a mirar y presta atención de los lugares por donde pasa todos los días nacen cosas interesantes, magnéticas, que vale la pena narrar.
El conflicto agropecuario y los discursos de Cristina Fernández que aparecen en “Los amigos soviéticos” cruzan la literatura y la política con las huellas del presente ¿cómo trabajaste esa tensión?
Como pude. Nadie sabe hoy como hacer “literatura política” sin que sea una mierda. Me consuelo pensando que nunca hubo una receta. Este es mi intento. A veces pienso que es un buen intento y a veces pienso que no tanto, sobre todo si releo algo de Brecht. El torpe enfrentamiento que propone la universidad conservadora entre Benjamin y Luckás se resuelve con Brecht. Él sí sabía de lidiar con esa y otras tensiones. De hecho, sus soluciones siguen siendo las mejores, por lo menos para el siglo XX.
“Internet es punk” decís en un capitulo de Mi nombre es Rufus, acá el mundo ciberpacial parece sugerirse como fuente inagotable de saberes e información, con lo cual los personajes dialogan permanentemente.
El conocimiento puede adoptar formas cimarronas o salvajes. Cada vez queda más claro que el problema no es cuánto sabemos sino qué hacemos con lo que sabemos. Internet es punk, sí, y Facebook es el nuevo porno.
¿Qué elementos te resultan más fascinantes de la cultura rusa?
Las mamushkas con caras de políticos comunistas y los mates rusos que se venden en el barrio de Once. Son vasos de madera pintados con esmalte. En casa lo adoptamos hace tiempo. Nos resultan más higiénicos y argentinos que los que tienen la base hecha con la pezuña de una vaca.
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1 comentario:
Hasta ahora leí a Terranova en "Lejos de Berlín"...vamos a ver si el nuevo librito está igual de ineresante, o incluso más.
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